sabato 3 dicembre 2011

Conclusión (Continuación)

La famosa carta del jefe indio Seattle enviada al jefe blanco en Washington es prueba más que suficiente de la sabiduría y sensibilidad de nuestros antiguos pueblos, sensibilidad tan tristemente perdida en estos días. Cuando escuchamos de sus palabras y de su estilo y forma de vida, en nuestro fuero interno sabemos que eso es lo que en realidad deseamos para nosotros. Hemos pisoteado el legado de nuestros antepasados en el anhelo de hacer algo mejor con nuestros intentos teóricos e inmaduros.
Haríamos mejor en buscar más hondo en el origen de todo saber y conocimiento, los Vedas, y ahí descubriremos con más y más asombro, que esa es la fuente esencial de conocimiento tanto científico como intelectual, que por siglos el hombre de occidente ha estado buscando.
En los Vedas encontraremos los aspectos más refinados de arte, cocina, vestimenta, música, ciencia, etc., en realidad, de todos los ámbitos de la vida humana, no sólo para complacer los sentidos, sino para transmitir paz y armonía a nuestra conciencia, fin para el cual también se practicó una muy sofisticada arquitectura, no sólo en la construcción de templos sino también de viviendas.
Es importante por otro lado admitir que los habitantes originales de América, a pesar de provenir de las sabias tierras de Oriente, no trajeron en su época lo mejor de ellas, es decir, el cultivo de una vida espiritual más elevada; no se dedicaron con mayor profundidad al cultivo de una vida espiritual centrada en el desarrollo del amor por Dios, lo cual es la meta más alta y real de la vida.
Su cultura y veneración se dirigió más a la adoración de dioses menores, y su preocupación se orientó más al desarrollo material y económico, que a una seria búsqueda de nuestra alma y de nuestra relación pura y amorosa con Dios. Si esta preocupación no figura como un aspecto fundamental en un grupo social, todo su cuerpo, debido a un corazón impuro, va a decaer a un nivel de despotismos, ambiciones, juegos políticos y diplomacias, que llevan a los pueblos a guerras fratricidas y se vuelven fácil presa de ataques externos.
La historia, más que limitarse a ser un mero repaso de hechos pasados, debe dejarnos una lección de valioso aprendizaje. Las distintas culturas del mundo nos muestran que tuvieron un crecimiento natural, pero luego se envanecieron, se volvieron materialistas y déspotas, y al alejarse de los principios divinos, sufrieron su decadencia. Fenómeno que con claridad vivimos en estos días.
La llegada de los invasores puede ser vista como un duro castigo para el hombre de las tierras de América por haberse desviado de los principios más elevados de la religión. No olvidemos que en algunos pueblos se llegaron a practicar sacrificios humanos y otras atrocidades, de las cuales, por supuesto, el pueblo invasor no estaba exento, pues de hecho, con la llegada de éste los sacrificios humanos se multiplicaron.
   
          
Para terminar este artículo y este punto,     quiero dejarlos con las palabras de disgusto del mismo Viracocha:
“El Inca Yupanqui relata que una vez se le apareció su Dios Viracocha quejándosele que, siendo Él el creador de todo y el Señor universal, quien hizo el cielo, el sol, el mundo y los hombres, y que estando bajo Su poder todo lo existente, no se le rendía el culto y la obediencia debida, haciendo mayor veneración al sol, al trueno, a la tierra, y a otras cosas de menor virtud.”(Luis Valcarcel, Historia del Perú Antiguo.)

Conclusión

Hoy en día, el trabajo de los vaisnavas en América es el de enriquecer nuestra civilización y cultura con la sabiduría Védica. Es un natural descubrir de valores que como hemos visto, no fueron desconocidos por nuestros ancestros, mas la explotación del invasor materialista los hizo desaparecer a la fuerza. Lo que es más triste aun es ver que esta invasión sigue en su acostumbrada embestida, minando día a día las cualidades del hombre.
Debemos entender que la cultura vaisnava es la natural para cada pueblo y región, porque respeta todas las tradiciones de los distintos pueblos y al mismo tiempo enriquece su espíritu.
Por supuesto el material para agotar este tema es interminable y no es el propósito único de este libro, pero me parece que suficiente evidencia ha sido dada como para demostrar que sí existió una relación entre India y los indios de América.
Muchos textos se han publicado a este respecto y es la opinión conclusiva de muchos entendidos en el ramo.
En un principio el mundo entero estaba regido bajo una cultura, la impartida por los Vedas, y todo este planeta era llamado Bharata, que es el mismo nombre que hasta hoy tiene la India. En los textos de matemática Védicos encontramos el teorema de Pitágoras, el número ‘pi,’ álgebra, logaritmos, fórmulas para resolver mediante cálculo mental, etc.
En todos los campos del conocimiento podremos encontrar que sus bases están en India, o mejor dicho, en los Vedas, libros de conocimiento que no son propiedad de un país o pueblo, sino que forman parte del patrimonio científico y cultural del universo.
A través de este artículo queremos probar que las raíces de los nativos americanos provienen del Oriente, en especial de India, esto es lo que la historia nos comprueba. Además Oriente, y en particular India con sus Vedas, es la cuna de toda la cultura. Si analizamos en forma objetiva no podremos más que llegar a esta conclusión, y si esto es así, podremos obtener enorme beneficio al acercarnos a madre Veda, ya sin la actitud de estarnos dirigiendo a alguien extraño, sino a nuestro familiar más benévolo y cercano, y podremos beber la leche de su sabiduría.

Teorías de poblamiento americano

Florentino Ameghino (Paleontólogo Argentino)
En 1884 el paleontólogo argentino Florentino Ameghino sorprendió a la comunidad científica de la época al anunciar que había descubierto en las Pampas Argentinas, restos óseos de remotos antepasados de la especie humana.
Para él, los humanos habrían evolucionado en las Pampas argentinas (en la era terciaria ), y desde este lugar habría migrado al resto del planeta. Este postulado sobre la hominización causó gran revuelo, cuando fue presentado en 1879 en el primer Congreso Internacional de Americanistas, realizado en París.
En 1908 el antropólogo checo-norteamericano Alex Hrdlicka rebatió contundentemente esta teoría autoctonista, rechazándola en base a nuevas evidencias.
a) que los estratos geológicos donde encontró los restos óseos, no eran de la era terciaria; sino de la cuaternaria.
b) que a fines del terciario no existían “puentes intercontinentales” que unieran América con el Viejo Mundo. que aquellos restos fósiles eran de monos americanos y felinos mezclados con huesos de humanos recientes.
c) que aquellos restos fósiles eran de monos americanos y felinos mezclados con huesos de humanos recientes.
Alex Hrdlicka y la Teoría Asiática
Según Hrdlicka, los primeros pobladores de América habrían sido los cazadores paleomongoloides asiáticos que ingresaron por el Estrecho de Bering (Istmo de Beringia ), a fines de la glaciación de Winsconsin, del periodo Plesitoceno, la Era del Hielo. Las oleadas migratorias habrían ingresado por el valle de Yucón de Alaska, en Norteamérica, para después dispersarse por el resto del continente.
La teoría inmigracionista asiática se apoya básicamente en semejanzas antroposomáticas entre el hombre asiático y los amerindios: cabellos lacios y oscuros, ojos con pliegue mongólico, pómulos anchos y salientes, dientes en forma de pala, rareza de pilosidad en la cara. También señaló la famosa “mancha mongólica”, una pigmentación verdosa congénita que tienen los asiáticos e indígenas americanos al nacer y que desaparece con el paso de los años.
Hrdlicka era partidario del origen monoracial del poblamiento de América. Según él, entre los indios de América (mayas, quechuas o patagones) hay un conjunto de caracteres comunes que sugieren un origen común general. Es importante recordar que Hrdlicka era firme partidario de un poblamiento reciente, para él las primeras bandas llegaron recién a fines del Cuaternario (12 000 años a.C. aproximadamente).
Es importante recordar que Hrdlicka era firme partidario de un poblamiento reciente, para él las primeras bandas llegaron recién a fines del Cuaternario (12 000 años a.C. aproximadamente) .
Sus críticos (Paul Rivet y Mendes Correa, por ejemplo) consideran que, aparte de los mongoloides, también llegaron otros grupos migratorios paleolíticos, como melanésicos yaustralianos; es decirsostienen una tesis poliracial.
Teoría Oceánica de Paul Rivet
Rivet plantea que la población indígena americana es el resultado de cierto número de migraciones, unas por el estrecho de Bering y otras a través del Océano Pacífico.
Sostiene que también poblaron América los melanésicos y polinésicos a través de rutas transpacíficas, inclusive reconoce una inmigración australiana. Por ello la teoría de Paul Rivet es llamada “`poliracial”.
-Teoria Melanésica
-Teoría Polinésica
Mendes Correa y la Teoría Australiana
El planteó una inmigración australiana, a través de la Antártida. Según el antropólogo lusitano, los australianos utilizaron sencillas balsas para llegar a Tasmania, las islas Auckland y la Antártida. El antropólogo portugués estudió en la década de 1920, a los nativos de la Patagonia y la Tierra del Fuego (Onas, Kon, Tehuelches, Alakalufes y Yagán) encontrando similitudes físicas, linguísticas y etnográficas con los aborígenes australianos.

Carta del indio Seatle (Continuación)

No lo puedo comprender. Nosotros somos de una manera de ser muy diferente. Vuestras ciudades hacen daño a los ojos del hombre de piel roja. Tal vez sea porque el hombre de piel roja es salvaje y no puede entender las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre de piel blanca; ningún lugar donde se pueda escuchar en la primavera el despliegue de las hojas, o movimiento de las alas de un insecto. Tal vez me lo parece a mi porque soy un salvaje y no comprendo bien las cosas.
El ruido de la ciudad es un insulto para el oído. Y yo me pregunto: ¿qué tipo de vida tiene el hombre cuando no es capaz de escuchar el grito solitario de una garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor del charco? Soy un hombre de piel roja y no puedo entender. A los indios nos deleita el ligero murmullo del viento fregando la cara del lago y su olor después de la lluvia del mediodía, con su peculiar fragancia.
El hombre de piel roja es conocedor del valor inapreciable del aire ya que todas las cosas respiran su aliento: el animal, el árbol, el hombre. Pero parece que el hombre de piel blanca no sienta el aire que respira. Como un hombre que hace días que agoniza, no es capaz de sentir la peste. Si os vendiésemos las tierras, tendríais que dejarlas en paz y que continuasen sagradas para que fuesen un lugar en el que hasta el hombre de piel blanca pudiese saborear el viento endulzado por las flores de la pradera.
Queremos considerar vuestra oferta de comprarnos las tierras. Si decidiéramos aceptarlo tendré que poneros una condición: que el hombre de piel blanca mire a los animales de esta tierra como hermanos. Soy salvaje, pero me parece que tiene que ser así. He visto búfalos a miles pudriéndose abandonados en las praderas; el hombre de piel blanca les disparaba desde el caballo de fuego sin ni tan sólo pararlo.
Yo soy salvaje y no entiendo porqué el caballo de fuego vale más que el búfalo, ya que nosotros lo matamos sólo a cambio de nuestra propia vida. ¿Qué puede ser del hombre sin animales? Si todos los animales desapareciesen, el hombre tendría que morir con gran soledad de espíritu. Porque todo lo que les pasa a los animales, bien pronto le pasa también al hombre. Todas las cosas están ligadas entre sí.
Haría falta que enseñaseis a vuestros hijos que el suelo que pisan son las cenizas de los abuelos. Respetarán la tierra si les deciís que está llena de vida de los antepasados. Hace falta que vuestros hijos lo sepan, igual que los nuestros, que la tierra es la madre de todos nosotros. Que cualquier estrago causado a la tierra lo sufren sus hijos. El hombre que escupe a tierra, a sí mismo se está escupiendo.
De una cosa estamos seguros: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la vida, sólo es un hijo. El sufrimiento de la tierra se convierte a la fuerza en sufrimiento para sus hijos. Estamos seguros de esto. Todas las cosas están ligadas como la sangre de una misma familia.
Hasta el hombre de piel blanca, que tiene amistad con Dios y se pasea y le habla, no puede evitar este destino nuestro común. Tal vez sea cierto que somos hermanos. Ya lo veremos. Sabemos una cosa que tal vez descubriréis vosotros más adelante: que nuestro Dios es el mismo que el vuestro. Os pensáis que tal vez tenéis poder por encima de Él y al mismo tiempo lo queréis tener sobre todas las tierras, pero no lo podéis tener.
El Dios de todos los hombres se compadece igual de los de piel blanca que de los de piel roja. Esta tierra es apreciada por su creador y estropearla sería una grave afrenta. Los hombres de piel blanca también sucumbirán y tal vez antes que el resto de tribus. Si ensuciáis vuestra cama, cualquier noche moriréis sofocados por vuestros propios delitos. Pero veréis la luz cuando llegue la hora final y comprenderéis que Dios os condujo a estas tierras y os permitió su dominio y la dominación del hombre de piel roja con algún propósito especial.
Este destino es en verdad un misterio, porque no podemos comprender que pasará cuando los búfalos se hayan extinguido; cuando los caballos hayan perdido su libertad; cuando no quede ningún rincón del bosque sin el olor del hombre y cuando por encima de las verdes colinas nuestra mirada encuentre por todas partes las telarañas de hilos de hierro que llevan vuestra voz.
¿Dónde está el bosque espeso? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. ¡Así se acaba la vida y empezamos a sobrevivir!

Carta del indio Seatle

Carta de Seattle jefe de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos, Mr. Franklin Pierce, el año 1855, como respuesta a su oferta de compra de las tierras Suwamish.
El gran caudillo de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El gran caudillo nos ha mandado también palabras de amistad y de buena voluntad. Apreciamos mucho esta delicadeza porque conocemos la poca falta que le hace nuestra amistad. Queremos considerar su ofrecimiento, pues sabemos que si no lo hiciéramos, pueden venir los hombres de piel blanca a tomarnos las tierras con sus armas de fuego. Que el gran caudillo de Washington confíe en la palabra del líder Seattle con la misma certidumbre que espera la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como estrellas.
¿Como podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Se nos hace extraña esta idea. No son nuestros el frescor del aire ni los reflejos del agua. ¿Cómo podrían ser comprados? Lo decidiremos más adelante. Tendríais que saber que mi pueblo tiene por sagrado cada rincón de esta tierra. La hoja resplandeciente; la arenosa playa; la niebla dentro del bosque; el claro en la arboleda y el zumbido del insecto son experiencias sagradas y memorias de mi pueblo. La sabia que sube por los árboles lleva recuerdos del hombre de piel roja.
Los muertos del hombre de piel blanca olvidan su tierra cuando empiezan el viaje en medio de las estrellas. Los nuestros nunca se alejan de la tierra, que es la madre. Somos un pedazo de esta tierra; estamos hechos de una parte de ella. La flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa: todos son nuestros hermanos. Las rocas de las cumbres, el jugo de la hierba fresca, la calor de la piel del potro: todo pertenece a nuestra familia. Por esto, cuando el gran caudillo de Washington manda decirnos que nos quiere comprar las tierras es demasiado lo que nos pide. El gran caudillo quiere darnos un lugar para que vivamos todos juntos.
El nos hará de padre y nosotros seremos sus hijos. Hemos de meditar su ofrecimiento. No se nos presenta nada fácil ya que las tierras son sagradas. El agua de nuestros ríos y pantanos no es sólo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendiésemos las tierras, haría falta que recordaseis que son sagradas y lo tendríais que enseñar a vuestros hijos y que los reflejos misteriosos de las aguas claras de los lagos narran hechos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son hermanos nuestros, porque nos libran de la sed. Los ríos arrastran nuestras canoas y nos dan sus peces. Si os vendiésemos las tierras, tendríais que recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son hermanos nuestros y también vuestros. Tendríais que tratar a los ríos con el corazón.
Sabemos bien que el hombre de piel blanca no puede entender nuestra manera de ser. Tanto le importa un trozo de tierra que otro, porque es como un extraño que llega de noche a arrancar de la tierra todo lo que necesita. No ve la tierra con una hermana, sino más bien como una enemiga. Cuando la ha hecho suya, la menosprecia y sigue andando. Deja atrás las sepulturas de sus padres y no parece que eso le duela. No le duele desposeer la tierra de sus hijos. Olvida la tumba de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a la madre tierra y al hermano cielo como si fueran cosas que se compran y se venden; como si fuesen animales o collares. Su hambre insaciable devorará la tierra y detrás suyo dejará tan sólo un desierto

Carta de los UWA a los hombres blancos (Continuación)

Pero lo que sí sabemos, es que todo aquel que atente contra la madre atenta contra sus hijos, quien agrede a la madre tierra nos agrede a todos, a los que vivimos hoy y a los que luego vendrán.
Para el indio la tierra es madre, para el blanco es enemiga; para nosotros sus criaturas son nuestras hermanas, para ellos son sólo mercancía. El riowa siente placer con la muerte, deja en los campos y en sus ciudades tantos hombres tendidos como árboles talados en la selva. Nosotros nunca hemos cometido la insolencia de violar iglesias y templos del riowa, pero ellos sí han venido a profanar nuestras tierras. Entonces nos preguntamos, ¿quién es el salvaje?.
El hombre blanco le ha declarado la guerra a todo, menos a su pobreza interior. Le ha declarado la guerra al tiempo y hasta se la a declarado a sí mismo, como dijera otro hermano indio de un pueblo lejano: "el hombre blanco cabalga sobre el progreso hacia su propia destrucción". No contento con declararle la guerra a la vida, se ha declarado también a la muerte; no sabe que la vida y la muerte son dos extremidades de un mismo cuerpo, dos extremos de un mismo anillo... no hay muerte sin la vida, pero tampoco hay vida sin la muerte. Los U'WA hemos cuidado del mundo material y espiritual desde siempre, por eso entendemos esto.
El riowa ha enviado pájaros gigantes a la luna. A él le decimos que la ame y la cuide, que no puede ir por el universo haciéndole a cada astro lo que le hicieron árbol del bosque acá en la tierra, y a sus hijos les preguntamos ¿quién hizo el metal con que se construyó cada pluma que cubrió al gran pájaro? ¿quién hizo el combustible con que se alimentó? ¿quién hizo al mismo hombre que dirige y fabrica el pájaro? ... el riowa no debe engañar o mentir a sus hijos, debe enseñar que aún para construir un mundo artificial el hombre necesita de la madre tierra... por eso hay que amarla y cuidarla.
El riowa insistirá en que vendamos la tierra y nos dirá: ¿qué le importa la vergüenza a un salvaje que mantiene su cara escondida entre el espesor de la selva, las sombras de las montañas y el velo de la niebla? Entonces una vez más trataremos de hacerle entender que si eso sucediera, no solo la vergüenza embargaría al U'WA: el danta, el pajuil, la tijereta, el jaguar, la zorra, la zarigüeya, el maíz, la coca, el yopo, la nuezkara y todos nuestros hermanos animales y nuestras hermanas plantas, quienes siempre han servido de compañía y alimento a nuestro pueblo, morirían de kira (tristeza) pues en nuestra gran familia no se conoce lo que el riowa llama traición y la tierra lloraría tanto que del último pico del Rubracha (nevado del Cocuy) bajaría Abara, la deidad que custodia las aguas malignas.
Abara guiaría las lágrimas de la tierra y se uniría con Cuiya, el dueño y señor de la tierra; y de su cópula surgiría desde la oscuridad del mundo de abajo ¡Yara, ¡Yara es terremoto; culebra y dolor y entonces ¡Yara una gigantesca serpiente de lodo producto de la cópula de la deidad que custodia las aguas malignas y del señor de la tierra, se deslizaría por entre las montañas buscando los valles y a su paso se tragaría por igual a indios y blancos, a hierros y árboles, a malocas y a campamentos. Arrastraría por igual la pava del U'WA y el caballo del riowa. Para entonces ya la tristeza habría marchitado el espíritu del último U'WA que quedará sobre la tierra. Cuando eso suceda, el gobierno quedará solo para que pelee con el mundo de la oscuridad y de los temblores... ya no habrá quien cante para el equilibrio del mundo de arriba y del mundo de abajo que es el mismo equilibrio del universo.
El hombre sigue buscando ruiria (petróleo) y en cada explosión que recorre la selva oímos la monstruosa pisada de la muerte que nos persigue a través de las montañas. Este es nuestro testamento.
Al ritmo en que va el mundo habrá un día en que el hombre reemplace las montañas del cóndor por montañas de dinero. Para ese entonces, ese hombre ya no tendrá a quien comprarle nada; y si lo hubiera, ese hombre no tendría nada que venderle. Cuando ese día llegue ya será demasiado tarde para que el hombre medite sobre su locura...
Todas sus ofertas económicas sobre lo que es sagrado para nosotros, como la tierra o su sangre, son un insulto para nuestros oídos y un soborno para nuestras creencias. ¡Este mundo no lo creo el riowa ni ningún gobierno suyo, por eso hay que respetar!. El universo es de Sira y los U'WA solamente lo administramos, somos tan solo una cuerda del redondo tejido de la irokua (mochila), pero el tejedor es Él. Por eso los U'WA no podemos ceder, maltratar, ni vender la tierra ni su sangre, ni tampoco sus criaturas porque estos no son el principio del tejido. Pero el blanco se cree dueño, explota y esclaviza a su manera, eso no está bien: rompe equilibrio, rompe irokua. Si no podemos venderle lo que nos pertenece, no se adueñen entonces de lo que no se puede comprar...
Algunos jefes blancos han horrorizado ante su pueblo nuestra decisión de suicidio colectivo como último recurso para defender nuestra madre tierra. Una vez más nos presentan como salvajes. Pero ellos buscaban confundir buscan desacreditar. A todo su pueblo le decimos: el U'WA se suicida por la vida, el blanco se suicida por monedas. ¿Quién es el salvaje?. La humillación del blanco para con el indio no tiene límites; no sólo no nos permiten vivir, también no dice como debemos morir... no nos dejaron elegir sobre la vida... ahora elegimos entonces sobre nuestra muerte.
Durante más de cinco siglos hemos cedido ante el hombre blanco, ante su codicia y sus enfermedades, como la rivera cede ante el verano, como el día cede ante la noche. El riowa nos ha condenado a vivir como extraños en nuestra propia tierra, nos tiene acorralados en tierras escarpadas muy cerca de las peñas sagradas de donde nuestro cacique Guicanito y su tribu saltó para salvar el honor y la dignidad ante el feroz avance del español y del misionero.
Antes a la codicia y a la ignominia le daban el nombre de acciones evangelizadoras o civilizadoras, ahora le llaman progreso. El progreso, ese fantasma que nadie ve y que se ha dedicado a aterrorizar a la humanidad. Antes, el oscuro camino del saqueo, genocidios e injusticias contra nuestro pueblo era alumbrado con el cirial en nombre de Dios y su Majestad. Hoy es alumbrado con el petróleo en nombre del progreso y de la mayor de las majestades entre la mayoría de los no indígenas... el dinero.
Antes era el oro amarillo, ahora es negro; pero el color de la sangre que se paga por ellos sigue siendo roja, sigue siendo india. Los U'WA vamos a andar todos como siéntaros, por un mismo camino. Entre nosotros pueblo y autoridades sí somos una misma familia... ¡si ha llegado el momento de que nuestro pueblo parta de la tierra lo hará con dignidad!.
Lo único que nos une con nuestros hermanos blancos es venir del mismo padre (Sira) y de la misma madre (Raira) y ser amamantados por el mismo pezón (la tierra). Compartimos el mismo mundo físico: el sol, la luna, el viento, las estrellas, las montañas, los ríos. Compartimos el mismo mundo físico pero nuestro sentimiento hacia él es distinto. La tierra es una flor: el U'WA se acerca a ella para alimentarse con el mismo cuidado que el colibrí, mientras para el hombre blanco es la flor que el báquiro (cerdo montés) pisotea en su camino. El camino del riowa ha sido el dinero, es su medio, es su fin, es su idioma, él ha enfermado el corazón de nuestro hermano blanco y su enfermedad lo ha llevado a levantar fábricas igual que armas, a derramar venenos igual que sangre. Su enfermedad ha llegado al agua, al aire y a nuestras selvas.
Quizá una vez más el hombre blanco viole las leyes de Sira, las de la tierra y aún sus propias leyes. Pero lo que no podrá evadir jamás es la vergüenza que sus hijos sientan por los padres que marchitaron el planeta, robaron la tierra del indio y lo llevaron a su extinción; porque al final de la fría, dolorosa y triste noche, aciaga para la tierra y para el indio, la misma noche que parecía tan perenne como la yerba, el error del hombre será tal que ni sus propios hijos estarían dispuestos a seguir sus pasos y será gracias a ellos, a estos nuevos hijos de la tierra que empezará a vislumbrarse el ocaso del reino de la muerte y comenzará a florecer nuevamente la vida. Porque no hay veranos eternos, ni especie que pueda imponerse sobre la vida misma.
Siempre que el hombre actúe con mala intención, tarde o temprano tendrá que beber del veneno de su propia hiel, porque no se puede cortar el árbol sin que mueran también las hojas. En el paso de la vida nadie puede arrojar piedras sin romper la quietud y el equilibrio del agua; por eso cuando nuestros sitios sagrados sean invadidos con el olor del hombre blanco, ya estará cerca el fin, no sólo del U'WA sino también el del riowa. Cuando el haya exterminado la última tribu del planeta, antes de empezar a contar sus genocidios, le será más fácil empezar a contar sus últimos días.
Cuando estos tiempos se avecinen, los vientres de sus hijas no parirán fruto alguno, y en cada vez más vidas el espíritu de sus hijos no conocerá sosiego... cuando llegue el tiempo en que los indios se queden sin tierra, también los árboles se quedarán sin hojas. Entonces la humanidad se preguntará ¿por qué? ... y sólo muy pocos comprenderán que todo principio tiene su fin y todo fin su principio, porque en la vida no hay nada suelto, nada que no esté atado a las leyes de la existencia... la serpiente tendrá que morder su propia cola para así cerrar su ciclo de destrucción y muerte. Porque todo está entrelazado como el sendero enramado del mono.
Quizá los U'WA podamos seguir nuestro camino, entonces, así como las aves hacen sus largos viajes sin nada a cuestas, nosotros seguiremos el nuestro sin guardar el más pequeño rencor contra el riowa porque es nuestro hermano. Seguiremos cantando para sostener el equilibrio de la tierra no sólo para nosotros y nuestros hijos, también para él porque también la necesita. En el corazón de los U'WA hay preocupación por los hijos del hombre blanco tanto como por el de los nuestros, porque sabemos que cuando los últimos indios y las últimas selvas estén cayendo, el destino de sus hijos y el de los nuestros, será uno solo.
Si los U'WA podemos seguir nuestro camino no retendremos las aves que nacen y anidan en nuestro territorio. Ellas podrán visitar a su hermano blanco si así lo quieren. Tampoco retendremos el aire que nace en nuestras montañas, él podrá seguir tonificando la alegría de los niños blancos y nuestros ríos deberán partir de nuestras tierras tan limpios como llegaron, entonces la pureza de los ríos le hablará a los hombres de debajo de la tierra de nuestro perdón.
Cada vez que se extingue una especie el hombre se acerca su propia extinción, cada vez que se extingue un pueblo indígena no es tan solo una tribu que se extingue, es un miembro más de la
gran familia humana que ha partido para siempre en un viaje sin retorno. Cada especie extinta es una grave herida para la vida. El hombre reducirá la vida y entonces empezará la supervivencia... quizá antes la codicia se apiade de él y le permita ver la maravilla de un mundo y la grandeza de un universo que se extiende más allá del diámetro de una moneda.

Carta de los UWA a los hombres blancos

(Leída en el marco del Encuentro Nacional Ambiental de Guadas, este mensaje de los U'WA rebasa con creces el tema del conflicto por la tierra de las compañías petroleras. Mucho más allá, este
mensaje nos permite entender la cosmovisión de este grupo indígena por eso es tan importante).
Nosotros nacemos siendo hijos de la tierra... eso no lo podemos cambiar los indios ni tampoco el hombre blanco (riowa).
Más de mil veces y de mil formas distintas les hemos dicho que la tierra es nuestra madre, que no podemos ni queremos venderla, pero el hombre blanco parece no haber entendido, insiste en que cedamos, vendamos o maltratemos nuestra tierra, como si el indio también fuera hombre de muchas palabras.
Nosotros nos preguntamos: ¿acaso es costumbre del hombre blanco vender a su madre? ¡No lo sabemos!, pero lo que los U'WA sí sabemos, es que el hombre blanco usa la mentira como si sintiera gusto por ella, sabe engañar, mata a sus propias crías sin siquiera permitirle a sus ojos ver el sol, ni a su nariz oler la yerba, eso es algo execrable, incluso para un "salvaje".
La ley de nuestro pueblo se diferencia de la del blanco, porque la ley de riowa viene de los hombres y está escrita en el papel, mientras que la ley de nuestro pueblo fue Sira (Dios) quien la dictó y la escribió en el corazón de nuestros sabios Weryajas (chamanes). El respeto a lo vivo y a lo no vivo, a lo conocido y a lo "desconocido" hace parte de nuestra ley: nuestra misión en el mundo es narrarla, cantarla y cumplirla para sostener el equilibrio del universo. Nuestra ley u'wchita es uno de los postes que sostienen el mundo.
Nuestra ley es tan antigua como la misma tierra, nuestra cultura se ha organizado siguiendo el modelo de la creación, por eso nuestra ley es no tomar lo que no se necesita y es también la misma en todas partes porque es la ley de la tierra y la tierra es una sola. ¡Nuestra ley no la vamos a morir! .... Si existen leyes del hombre blanco que protejan a la madre tierra y sus guardianes los pueblos indígenas, ¡qué se cumplan!, si no se cumplen se considerarán no escritas.
Sabemos que el riowa le ha puesto precio a todo lo vivo y hasta a la misma piedra, comercia con su propia sangre y quiere que nosotros hagamos lo mismo en nuestro territorio sagrado ruiria, la sangre de la tierra a la que ellos llaman petróleo... todo esto es extraño a nuestras costumbres... todo ser vivo tiene sangre: todo árbol, todo vegetal, todo animal, la tierra también y esta sangre de la tierra (ruiria, petróleo) es la que nos da la fuerza a todos, a plantas animales y hombres.
Pero nosotros le preguntamos al riowa ¿cómo se le pone precio a la madre y cuánto es ese precio?. Lo preguntamos no para desprendernos de la nuestra, sino para entenderlo más a él, porque después de todo, si el oso es nuestro hermano, más lo es el hombre blanco. Preguntamos por esto porque creemos que él, por ser " civilizado", tal vez conozca una forma de ponerle precio a su madre y venderla sin caer en la vergüenza en que caería un primitivo, porque la tierra que pisamos no es sólo tierra, es polvo de nuestros antepasados; por eso caminamos descalzos para estar en contacto con ellos.
El riowa no ha querido entender que si nos desligamos de la madre tierra, el tiempo donde quiera que se encuentre se iría con ella (el espíritu de nuestros ancestros, nuestro presente, nuestro futuro). Todo ser vive hasta que cumple la función de tiempo que Sira le ha encomendado... ya no habría tiempo, ya no habría vida, dejaríamos de existir.
El bosque es el cordón umbilical que nos une a la existencia, hemos sobrevivido gracias a él y él ha sobrevivido gracias a su
respeto, Nuestra separación traería un vacío que tragaría todo menos al desierto.
El futuro del hombre blanco se enturbia con cada gota de aceite que él mismo vierte en la transparencia de nuestros ríos, su destino se hace más letal con cada gota de pesticida que deposita en ellos. Nuestros ríos no son solamente ríos; a través de ellos nos comunicamos con nuestras deidades, ellos son mensajeros y los mensajes fluyen en ambas direcciones. Si se ensucian o se mueren, ya no sabríamos que quieren los dioses, ni los dioses escucharían nuestros llamados ni nuestras gratitudes y entonces
provocaríamos su ira. ¡Los ríos en toda nuestra tierra ya están muy bravos con los riowa!.
Los jefes blancos les dicen a sus gentes que nuestro pueblo indio es salvaje, nos presentan como sus enemigos y como enemigos del riowa mayor al que ellos han llamado progreso y ante quien los otros riowa y todos los pueblos del mundo tenemos que arrodillarnos. Nosotros preguntamos ¿Qué es más importante, la máquina o el hombre que inventa la máquina?