domenica 29 maggio 2011

LA BATALLA DE LAS TRES ACEQUIAS








"Todo lo que pueda comprometer la suerte de la;
Patria y aventurarla al riesgo de caer en manos enemigas, debe evitarse como el mayor de los males. El enemigo observa nuestras disensiones, subyugará a ambos y triunfará de nuestras imprudencias".





l Tratado de Lircay, firmado el 3 de Mayo de 1814 entre el Brigadier Gabino Gainza, Comandante de

las fuerzas españolas y por el bando chileno, el entonces Presidente de la Junta de Gobierno de Chile, Francisco de la Lastra y el jefe del Ejercito, don Bernardo O’Higgins; trajo consecuencias nefastas para la causa patriota.





Sus términos produjeron una enconada escisión en la opinión pública del país, puesto que reconocía a Chile como una parte integrante de la monarquía española, aunque comprometía a las fuerzas realistas a abandonar el país en un plazo de 30 días.

Además, el Presidente de la Lastra abolió la bandera de la

Patria y el uso de la escarapela nacional y decreto izar el pabellón español, incluso en el ejército chileno.

Las tropas realistas nunca abandonaron el territorio. El Virrey del Perú no solo rechazó los términos del Tratado, si no                                                                          





que también, organizo una potente expedición bajo el mando del General Mariano Osorio, con instrucciones de unirse a las tropas realistas y aplastar todo intento de independencia o autogobierno en el "Reyno de Chile".

Don José Miguel y don Luís Carrera, que se encontraban en Chillan como prisione
ros de los españoles, logran escapar y entrar a Talca, ciudad en la que se encontraba acantonado en ejercito al mando de General O’Higgins, quien los recibió con fría cortesía. Al día siguiente, con la venia de aquel, continuaron su viaje a Santiago.

Al enterarse de estas nove
dades, de la Lastra ordena la detención de los hermanos Carrera quienes, a su vez, se refugian en la hacienda de su familia en El Monte. Desde ahí, inician contactos con los numerosos patriotas descontentos con el Tratado de Lircay y con el gobierno de de la Lastra.

En la madrugada del 23 de Julio de 1814, los hermanos Carrera ingresan furtivamente en la capital, toman el mando de la pequeña guarnición militar y esa mañana, apoyados tam
bién por gran cantidad de ciudadanos, avanzan sobre la casa
de gobierno y deponen a la Junta presidida por de la Lastra.

Carrera convoca a un Cabildo de autoridades y estos eligen una nueva Junta de Gobierno, presidida por don José Miguel y por el Presbítero Julián Uribi y don Manuel Muñoz y Urzúa.

El General O’Higgins desconoce a la nueva autoridad y avanza amenazante hacia Santiago para enfrentarla con las fuerzas bajo su mando.

En esos momentos, ambos Jefes se enteran del desembarco
en Talcahuano del General Osorio con poderosos refuerzos y armamento para el ejército realista, incluido el aguerrido Regimiento de Talavera.

Carrera toma la iniciativa y trata de buscar una alianza con O’Higgins para enfrentar al enemigo común, enviándole una carta que en uno de sus acápites expresa:
"Mi amigo, no sé si puedo hablarle aún con este lenguaje que es verdadero y no disto de serlo. No sé si es usted o yo el loco y desnaturalizado chileno que quiere envolver a la Patria en sus ruinas, pero lo cierto es que no procederé y que usted no debe proceder sin que antes nos estrechemos las manos e indaguemos la verdad. Salvemos a Chile o seremos odiados eternamente".

Este llamado no obtuvo respuesta alguna por parte del destinatario, quien continuó su avance. Carrera insistió enviando como mediador al Doctor Paso, representante de Argentina en Chile. En uno de los párrafos de la carta que el diplomático portaba, don José Miguel dice textualmente:
"Todo lo que pueda comprometer la suerte de la Patria y aventurarla al riesgo de caer en manos enemigas, debe evitarse como el mayor de los males. El enemigo observa nuestras disensiones, subyugará a ambos y triunfará de nuestras imprudencias".

El 17 de Agosto, O’Higgins vuelve a rechazar los intentos de avenimiento de Carrera y en parte de ésta, su primera respuesta escrita, dice:
"…no escucharé las proposiciones de "asesinos". Las bayonetas podrán fin a las calamidades que sufre Chile".

Confiado en la superioridad de su aguerrido ejercito, veterano de combates y batallas contra los realistas, O’Higgins avanzó resueltamente hacia el norte. Con respecto a este avance, el historiador español Rodríguez Ballestero comenta que
"…los realistas también avanzan en pos de éste, ocupando los lugares que el va dejando".

El 24 de Agosto, Carrera es nombrado por la Junta Comandante en Jefe de las pocas fuerzas regulares de Santiago, e inmediatamente se dedica en forma apresurada a organizar milicias ciudadanas que, aunque mal armadas y con muy deficiente entrenamiento, logran alcanzar la no despreciable suma de entre 1,800 y 2,000 hombres formando, en conjunto con la guarnición militar, una fuerza de alrededor de 2,400 hombres.

El 25 de Agosto, O’Higgins acampa con su ejército en la hacienda de Mardones, al sur de Rancagua y el 26, sus avanzadas compuestas por 600 soldados y 5 cañones, atraviesan el río Maipo con muy leve oposición. Lo mismo sucede mas tarde con el resto de sus tropas, hasta completar un número de 1,500 veteranos de las campañas del sur, incluyendo un escuadrón de Dragones.

Pasado el mediodía del 26 de Agosto, ordena iniciar un nutrido fuego de artillería sobre las posiciones del Coronel Luís Carrera, quien se encontraba atrincherado en el lugar denominado "Las Tres Acequias", al sur de San Bernardo; que incluía el (entonces en vías de construcción) canal de Ochagavia, que uniría posteriormente al río Maipo con el río Mapocho. El Coronel Carrera distribuyo sus fuerzas con la infantería en su ala derecha, la artillería al centro y la caballería cubriendo su flanco derecho. El cuartel general de don José Miguel Carrera y algunas milicias de reserva se instalaron a retaguardia, entre la caballería y la artillería de vanguardia.

O’Higgins ordeno a su caballería a atacar los flancos de las defensas opositoras, mientras su infantería intentaba tomar los cañones y romper y rebasar el centro de la línea enemiga, dividiéndola en dos y aislándolas una de la otra y así completar la destrucción de cada una.

Este ataque fue duramente rechazado por Luís Carrera, quien obligó a su contendor a retirarse en forma relativamente ordenada pero, en ese instante, el General Carrera hizo avanzar sus reservas y, en persona, comandó una carga de su caballería, atacando el flanco derecho de su adversario dispersándolo y convirtiendo la retirada en una total derrota. El combate había durado
alrededor de cuatro horas.

Sobre el campo de batalla quedaron abandonados 36 muertos, 37 heridos, toda la artillería, equipajes, bagajes y municiones, junto con 400 prisioneros. Las fuerzas en retirada lograron salvarse gracias a la oscuridad que ya empezaba a caer tristemente sobre los campos de Chile, como un presagio de lo que depararía el
futuro.

El día 30 del mismo aciago mes de Agosto, Carrera envía un oficio a su contendor, cuyo texto se encuentra perdido, pero su tenor es mencionado en la respuesta que O’Higgins le remite el 31 del mismo mes. No hay duda que en dicho oficio, Carrera vuelve a insistir en un avenimiento patriótico frente al avance de

la poderosa fuerza realista.

Comienza entonces una serie de negociaciones entre ambos Próceres, que llegan a buen término a comienzos de Septiembre con la unión de las fuerzas y a ambos fundidos en un estrecho abrazo. Juntos recorren del brazo las calles de Santiago, mostrando así la nueva alianza conseguida.

El General Carrera se mantiene como Comandante en Jefe patriota y el General O’Higgins es designado Jefe de la Primera
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División del ejército de Chile, poniéndose en forma noble y generosa a las òrdenes de su oponente
Bibliografía
• Fernando campos Harriet; "José Miguel Carrera"
• Agustín Toro Dávila; "Síntesis Histórico Militar de
Chile"


   

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