sabato 3 dicembre 2011

Similitud de los templos y adoración

Otro interesante factor de similitud lo encontramos en el color de los templos los cuales son iguales en América y la India, como lo comprueba la doctora Nuttal, quien citando a Schlagintweit en su libro ‘Budismo en Tibet,’ dice que: “Las paredes de los templos miran hacia los cuatro puntos cardinales y cada lado está pintado con un color en particular, verde el Norte, el Este blanco, el Sur amarillo, y rojo el Oeste.
Ahora comparen la descripción dada con el templo de Quetzalcoatl en México, del que el historiador español Sahagun, dice: “El cuarto del Este era denominado ‘la Casa Dorada,’ y estaba decorada con platillos dorados, el cuarto del Oeste era llamado la Casa de Esmeraldas y Turquesas y era por lo tanto azul, el cuarto del Sur estaba decorado con perlas y plata, y el cuarto del Norte de rojos jaspes y conchas. Sahagun describe además un segundo cuarto decorado con los mismos colores. Otra similitud entre los templos de India y México es que ambos son redondos.”
En el antiguo México también se adoraban las montañas porque atraen y reúnen las nubes en sus cimas.
En India también el pico de las montañas es visto como ese lugar sagrado en que la tierra y el cielo se encuentran y se producen las lluvias que vivifican la tierra.
El libro ‘The Ayar Incas,’ dice: “Muchos de los himnos y oraciones Incas eran similares a los nuestros. Su origen común puede encontrarse tanto en el Rig Veda como en el Zend Avesta. Esto fue preservado mediante tradición oral en tiempos aun más antiguos que la invención de la escritura.”
El sistema numérico utilizado por los Mayas era muy similar al antiguo sistema Hindú practicado al menos hasta mediados de este siglo.Tanto en India como en América la carpa era adorada como un pez sagrado que recuerda la encarnación de Visnu adoptando la forma de un pez.
Con respecto a las divinidades adoradas tanto en Asia como en América, Sir Willyam Jones declara “que cuando el parecido de las formas, en los distintos sistemas de politeísmo, es demasiado grande como para ser accidental, no podemos más que aceptar que cierta conexión, desde tiempo inmemorial, ha subsistido entre las varias naciones que las han adoptado.”
Mr Mc Culloh dice: “Al analizar muchas de sus instituciones, y en especial aquellas que corresponden a su historia del cosmos, a sus creencias religiosas y cálculos astronómicos, podemos, en estos temas abstractos, encontrar suficientes pruebas como para afirmar que hubo una relación entre ambos continentes, la cual, sin embargo, ocurrió en tiempos muy remotos.”
Volviendo a la semejanza entre los templos Squier indica: “Los templos budistas del Sur de la India y de las islas de su archipiélago... corresponden con gran exactitud, en sus partes esenciales y en detalles menores, con aquellos de América Central... El gran templo de Bora-Bodu (el gran Buda), puede a primera vista ser confundido por un templo de América Central.” Lo mismo sucede con la ‘Colina de Flores’ en Xochicalco, México, donde figuran numerosas esculturas y se evidencia un bien conocido tipo de adoración hindú.
En su estudio de los templos de América Central, el investigador Del Río concluye diciendo: “Un estudio apropiado de estos monumentos va a revelar el hecho de que, en su estructura interior, así como en su forma exterior, y por sus obvios propósitos, estas construcciones corresponden con gran exactitud con las que se encuentran en India y en su archipiélago.” Por su lado Squier concluye diciendo que por encima de las grandes coincidencias de los ornamentos en los templos, las cabezas de monstruos y otras figuras alegóricas, lo más sorprendente es la inequívoca adoración del linga o falo, como principio creador que se encuentra practicado en las culturas de India y América Central. En lenguaje Maya, Siv(a) (xib), significa falo.
Existe una gran similitud entre los dioses de la India y los adorados por los indios en México, donde Brahma era llamado Tezcatlipoca; Visnu, Tlaloc; y Siva, . Este último era el dios de la guerra y el destructor, Tlaloc era el dios del agua o el Preservador, mientras que el primero era el Creador.
La Trinidad
Con respecto al tema de la trinidad, aunque los historiadores españoles de la época no lo trataron, o lo evitaron por razones evidentes, Clavigero afirma con claridad que esta doctrina ya era aceptada por los indios de la Península de California. El historiador Acosta informa que el mismo principio era aceptado por los indígenas peruanos y en su afirmación es apoyado por Calancha en su ‘Crónica de la Orden de San Agustín.’ Echeverría sostiene que la deidad principal entre los Indios de Nueva Granada se caracterizaba por tener tres cabezas, dando a entender que eran tres personas con un mismo corazón y voluntad.
La tríada peruana, era llamada Tangatanga, y estaba representada por tres estatuas llamadas respectivamente Apuinti, Churiinti, e Intihuaoque; lo que quieren decir: Señor y Padre Sol; Hijo Sol; y Aire o Espíritu, Hermano Sol.
A su vez Las Casas dice que en Yucatán también estaban familiarizados con la idea de la Trinidad y que Ycona, Bacab y Echuac, eran los nombres de las tres personas que la componían.
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