sabato 3 dicembre 2011

Conclusión

Hoy en día, el trabajo de los vaisnavas en América es el de enriquecer nuestra civilización y cultura con la sabiduría Védica. Es un natural descubrir de valores que como hemos visto, no fueron desconocidos por nuestros ancestros, mas la explotación del invasor materialista los hizo desaparecer a la fuerza. Lo que es más triste aun es ver que esta invasión sigue en su acostumbrada embestida, minando día a día las cualidades del hombre.
Debemos entender que la cultura vaisnava es la natural para cada pueblo y región, porque respeta todas las tradiciones de los distintos pueblos y al mismo tiempo enriquece su espíritu.
Por supuesto el material para agotar este tema es interminable y no es el propósito único de este libro, pero me parece que suficiente evidencia ha sido dada como para demostrar que sí existió una relación entre India y los indios de América.
Muchos textos se han publicado a este respecto y es la opinión conclusiva de muchos entendidos en el ramo.
En un principio el mundo entero estaba regido bajo una cultura, la impartida por los Vedas, y todo este planeta era llamado Bharata, que es el mismo nombre que hasta hoy tiene la India. En los textos de matemática Védicos encontramos el teorema de Pitágoras, el número ‘pi,’ álgebra, logaritmos, fórmulas para resolver mediante cálculo mental, etc.
En todos los campos del conocimiento podremos encontrar que sus bases están en India, o mejor dicho, en los Vedas, libros de conocimiento que no son propiedad de un país o pueblo, sino que forman parte del patrimonio científico y cultural del universo.
A través de este artículo queremos probar que las raíces de los nativos americanos provienen del Oriente, en especial de India, esto es lo que la historia nos comprueba. Además Oriente, y en particular India con sus Vedas, es la cuna de toda la cultura. Si analizamos en forma objetiva no podremos más que llegar a esta conclusión, y si esto es así, podremos obtener enorme beneficio al acercarnos a madre Veda, ya sin la actitud de estarnos dirigiendo a alguien extraño, sino a nuestro familiar más benévolo y cercano, y podremos beber la leche de su sabiduría.

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