sabato 3 dicembre 2011

Similitudes en el culto a la fertilidad

En México
El culto a la fertilidad es característico de Uxmal (Antigua ciudad maya del periodo clásico. En la actualidad es uno de los más importantes yacimientos arqueológicos de la cultura maya) ,y uno de los aspectos más llamativos de su arquitectura, adquiere pleno sentido en el concepto de sacralidad que la sexualidad tenía para los mayas.
La unión de la fuerza masculina con la femenina se refleja en la aparición del órgano reproductor masculino como símbolo del procreador. Es el generador de vida, inseparable de la esencia divina desde el punto de vista de la visión maya.
Ellos, como los orientales, la asociaban con la serpiente, animal sagrado en la cultura Maya. Igualmente se trataba de representar al dios Kukulkán-Quetzalcóatl (la serpiente emplumada), que todavía desciende simbólicamente a través de la pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, en el equinoccio de primavera.
La piedra que representa el falo masculino y los cuencos que simulan vulvas o la matriz femenina, no son más que los símbolos del Sol como dador de vida, transmisor de la luz como alimento y fuente de conocimiento, y de la Tierra, que recoge la energía solar y hace posible la vida a través de la germinación de la semilla.
Culto a la fertilidad en Colombia
En los espacios arqueológicos de Sutamarchán, Tunja, Ramiriquí, Tibaná, Paz del Río, etc. Donde habitaban los chibchas o Muísicas se encontraron monolitos fálicos que se cree podría tratarse de las ruinas de los que fueran, en el remoto pasado precolombino, singulares observatorios astronómicos y, a la vez, centros ceremoniales, religiosos y cívicos.destinados a promover la acción bienhechora de los espíritus, fuerzas y fenómenos naturales dispensadores de la fecundidad de la tierra. que alcanzaron importancia extraordinaria para los chibchas que los erigieron.
Estas estructuras se encuentran orientados exactamente de este a oeste . Estas posiciones no las hubieran podido lograr los chibchas sin el previo conocimiento de los movimientos del sol y de la luna, cuando menos.
Hasta mediados del siglo pasado yacía tendida y semienterrada, en el centro del Campo Sagrado del Norte, una hermosa columna cilíndrica de "cinco metros de longitud", que observó en 1850 el historiador y naturalista Joaquín Acosta. Tal pieza lítica, era, sin duda, una de las columnas solares o la principal de ellas la cual, dispuesta en exacta posición vertical, cumplía, entre otras, la función de señalar el momento en que la altura del sol sobre el horizonte alcanzaba los 90 grados, dos veces anualmente.
Las actividades ceremoniales y rituales desarrolladas en estos campos sagrados fueron muy intensas, según lo ponen de manifiesto las numerosas fogatas, las ofrendas, los sacrificios, etc., registrados en ellos. Tal intensidad fue sostenida para mantener al sol funcionando y en permanente actividad ya que éste y la madre tierra son los responsables de la fecundidad de los campos.
Un hermoso ejemplo del ritualismo cumplido en estos campos sagrados fue el haberse despojado los chibchas de sus atavíos personales (gargantillas hechas con finas cuentas discoidales labradas en concha de mar) para entregarlas, en oblación sagrada, al sol por intermedio de las columnas.

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