Los argumentos en el que se basan, los promotores del odio, que tratan de convencer a la opinión pública Argentina que los mapuches son invasores de Chile, obedece al mito creado por la corriente de opinión de los seudo historiadores que mencionaba anteriormente, los que en la práctica cumplen el role de verdaderos agitadores políticos de inclinación ideológica neo-nazis. Una segunda corriente de opinión de historiadores winkas pareciera estar enfocada a construir una nueva identidad nacional enfatizando exageradamente el patriotismo y, naturalmente la promoción de una ‘identidad nacional’ que incluye la celebración del “Día de la Raza” (blanca) para fomentar una cultura criolla que es indistinguible con la europea. Este favoritismo entran en contradicción con otra corriente de opinión de historiadores que promueve una visión conciliadora manifestando que criollos e indígenas tienen una historia común y un futuro unido que construir, que el país es racialmente homogéneo, libres de discriminación, etc. Sin embargo todas estas apreciaciones apuntan a ignorar los derechos territoriales y a destruir la identidad cultural del pueblo Mapuche y otros pueblos indígenas del Cono Sur, mediante el proceso de asimilación, que en el pasado la llamaban civilización o cristianización, hoy lo ocultan bajo la carátula de integración, progreso y modernización.
La realidad nos muestra que existen dos culturas y dos procesos históricos diferentes la del pueblo Mapuche con sus raíces culturales pre-hispánica y la criolla copiada de Europa, cuyas celebraciones o conmemoraciones de sus héroes y hechos históricos no tienen nada en común; esta situación crea por definición antagonismos irreconciliables porque muchos de sus héroes como Trizano, Saavedra, Roca son considerados genocidas por los mapuches y sus banderas, símbolos de opresión.
Quizás los relatos de los “historiadores” contemporáneos, Sergio Villalobos de Chile y Rodolfo Casamiquela de Argentina, sean los mejores exponentes de esa corriente de pensamiento que nos ilustra esa mentalidad colonialista contemporánea, porque creo interpretan fielmente la mentalidad del dominador. Es de suponer que este sea el motivo por el cual sus teorías o ‘trabajos académicos’ son galardonados por el ‘establishment’, además de ser transmitida oficialmente por las instituciones educacionales contribuyendo sustancialmente con los ingredientes de transculturización de los pueblos indígenas. Por lo tanto, para ellos sostener teorías absurdas no les resulta vergonzoso porque saben que están interpretando la política delineada por el establishment o la institucionalidad y, porque además manifiestan la visión folklórica que se ha creado sobre los hechos históricos de los pueblos indígenas. Es por ello que lanzar al mundo teorías que sostienen que el mapuche es extranjero en su propia tierra o negar su existencia no les preocupa vulnerar la ética profesional porque saben que sus teorías no le serán cuestionadas, porque cuentan con el silencio pernicioso de la intelectualidad de esos países que se muestran indiferentes frente a la aberración.
Villalobos quien afirma que “los mapuches son inferiores y que merecen ser dominados” (1), levanta la teoría nazi de raza pura y segregación racial como fórmula de preservar los derechos e identidad de un pueblo, argumentando que por la mezcla genética los mapuches (que él insiste en llamarlos araucanos) ya no existen; por lo tanto argumenta “el Estado Chileno no mantiene deuda históricas” con gente inexistentes. Por su parte Casamiquela afirmaba que los mapuches no tienen derechos a reclamar territorio en Argentina porque son chilenos y se enfurecía con todos aquellos mapuches que según su teoría deberían autodenominarse Tehuelche. En declaraciones a la prensa vocifera: "Si se definen como Mapuches son chilenos y si son chilenos no tienen derecho sobre la tierra de la Argentina" (2). Casamiquela defendía su teoría con insultos gratuitos al mapuche y Tehuelche, señalando que no tienen “capacidad de análisis” y que poseen una “incapacidad particular […] para las abstracciones y las generalizaciones”, estos comentarios despertó (con justa razón) la ira de los mapuches del Puelmapu al que lo trataban de racista, su respuesta es reveladora: "Ellos me dicen que soy racista, si racista significa decir que los mapuches provienen de Chile, entonces soy racista" (3)
Como es natural estos argumentos son utilizados por elementos racistas, que mencionaba anteriormente, particularmente de la Argentina, para diseminar sentimientos anti-mapuche. Utilizando medios de comunicación afín a su ideología del odio afirman que los “araucanos” habrían invadido el “territorio argentino”, exterminado o araucanizado a los eoniken o Tehuelches que ellos llaman ‘indígenas argentinos’, mientras que por su parte la Corporación de Defensa de la Soberanía de Chile, afirma que los mapuches vienen del lado argentino habrían “desplazado a las tribus locales de origen chincha-chileno”. Según la versión argentina, la embestida araucana habría ocurrido a la llegada y asentamiento español en 1541, en lo que hoy es el norte de Chile. Por su parte la entidad chilena asegura que los mapuches habrían invadido el “territorio chileno” uno o dos siglos antes de la llegada de los españoles. Quizás valga la obviedad mencionar que en ambos periodos históricos las republicas de Chile y Argentina no existían por lo tanto no podían tener territorio, es decir no pueden en ambos casos invocar tenencia de territorios de países siglos antes que se fundaran.
Lo insólito de estas teorías es el hecho que ambas ofensivas mapuche, contra los mencionados pueblos indígenas, habrían ocurrido durante el pleno periodo de expansión del Imperio Incásico, que como sabemos se empeño en conquistar el Wallmapu a los que los mapuches le opusieron una feroz resistencia y, en lo que se refiere a la versión argentina sobre el supuesto exterminio de los “indígenas argentinos” esto habría sucedido durante la así llamada “guerra de Arauco” sostenida por el Imperio Español (1541-1803) contra el pueblo Mapuche.
La versión de los winka argentinos carece de credibilidad porque se relatan episodios científicamente falsos y sin fundamentos tangibles, ya que como se sabe la guerra de agresión española, que se iniciara inmediatamente después de su llegada al territorio Mapuche y, no obstante a los temporarios periodos paz, mantuvo a este pueblo en estado de guerra permanente. Los historiadores winka definen a la civilización mapuche como atrasada, primitiva, básica y sus habitantes de salvajes, barbaros e incivilizados, pero luego lo transforman en súper hombres que no solo sostienen guerras victoriosas, en periodos distintos, contra dos de los más poderosos imperios de su época, el inka y el español, pero que además se habrían dado el lujo de abrir otro frente militar para sostener simultáneamente una guerra de exterminio y de asimilación cultural, en contra otros pueblos indígenas.
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